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116 años del Farón de Texcoco
El famoso «El Faraón de Texcoco», también conocido como el tormento de las mujeres, o como “mi compadre Silverio”, fue un torero influyente en el arte de la tauromaquia, a quien se le atribuyen las nuevas técnicas que definieron el ritmo del deporte taurino. Poseyó una fama apabullante, fue ídolo de las masas mexicanas que adoraban el toreo.
Con sus gráciles movimientos cautivó y con su audacia conmovió a chicos y grandes, famosos y desconocidos. Fue sin duda, un personaje importante en la cultura popular mexicana de su época. Con el tiempo dejó huella de otra manera en el público; desde la política, como presidente municipal de su natal Texcoco, reeligiéndose 3 veces.
Silverio Pérez Gutiérrez nació el 20 de noviembre de 1915 en el pueblo de Pentecostés, ubicado en el municipio de Texcoco, Estado de México. Proveniente de una familia medianamente acomodada, pues sus padres se dedicaban a la ganadería, además de preparar y vender barbacoa en el mercado de Texcoco. Esto les permitió obtener una educación privada y tener un patrimonio estable.
Los padres de Silverio: Alberto Pérez y Asunción Gutiérrez criaron una extensa familia, 10 hijos fruto de su matrimonio. Con tan solo 7 años, Silverio pierde a su padre, en un accidente carretero, mientras que su madre le sigue 7 años después.
La muerte de sus padres no es la única que carga desde muy joven, sino también la de su hermano, Armando Pérez. Él es conocido en la industria del toreo como Carmelo Pérez. Su habilidad y consecuente éxito lo llevan directo a España, donde fallece a los 22 años.
La causa de muerte es una neumonía post operatoria en Madrid, España. La operación pretendía corregir los estragos de la herida que el toro «Michín» le causó, con cinco cornadas, el 17 de noviembre de 1929 en la plaza El Toreo de La Condesa de la Ciudad de México. El resultado de la cirugía, inicialmente positivo, le quitó la vida a una corta edad.
Sin dinero para recuperar el cuerpo, Silverio se dirige al puerto de Veracruz para recoger el féretro, directo de España, donde se ve orillado a vender uno de los anillos que Armando había ganado en una novillada, para costear los gastos de transportación y funerarios. Su corto pero importante legado inspiró a Silverio a convertirse en matador.
Huérfano desde los 14 años. Intenta, junto a sus hermanas, reavivar el negocio de la familia. Labora transportando barbacoa, pero su gusto por los toros lo lleva a transformar su viejo camión y volverse transportista de toros de lidia, apoyado por el empresario Antonio Casillas. Así comienza con novilladas casuales que en el futuro lo llevarían al éxito
Su debut como novillero el 3 de marzo de 1932 marca el inicio de su carrera, pero no como él lo hubiese esperado.
Antonio Casillas solía ofrecer un espectáculo en plazas públicas, y ese día, en Puebla, anunciaron a un joven novillero que se presentaría para cumplir su sueño de ser torero; el joven novillero que pretendía presentarse no llegó y el empresario le pidió a Silverio que saliera en su lugar. Al triunfar en la faena. Antonio Casillas ve potencial en Silverio.
Es invitado al festival “El Toreo” donde lo presentan como Carmelo II. No fue bien recibido pues no cumplía con lo que esperaban del sucesor del ya fallecido. Debido a las burlas decide que, en sus próximas corridas se presentará con su nombre, para demostrar que sí tenía madera para ser torero. Y así, a sus tempranos 17 de años cumplidos, alcanza una fama considerable.
Para los lectores no familiarizados con el deporte taurino, una novillada es una corrida de toros jóvenes, faltos de bravura o viejos, ya que son perfectos para ser lidiados por un principiante, y la alternativa, en tauromaquia, es el acto por el cual se autoriza al novillero ser considerado matador de toros.
En 1935 y con 20 novilladas es invitado a España donde actuó con éxito en 16 festejos, uno de ellos en la plaza de Tetuán de Las Victorias, alternando con “Manolete”. Se vuelven muy buenos amigos, compadres incluso. Silverio Pérez hijo cuenta que su papá siempre se confesaba antes de torear, y se despedía de sus hijos como si fuese la última vez.
El 6 de Noviembre de 1938 Silverio recibió su alternativa por parte de Fermín Espinoza “Armillita” y teniendo como testigo a Paco Gorráez, con toros de la ganadería de “La Punta”. Poco después, en el mismo año, confirma la alternativa a manos de “Armillita” y con Fermín Rivera como testigo.
Durante su carrera participo en un par de películas: Una Gallega en México (1949), y De Nueva York a Huipanguillo (1943).
Silverio conoce a La Pachis (María De la Paz Domínguez Jimeno) durante su época de novillero. Ambos formaban parte de una “palomilla”, grupo que se reunía a tocar guitarra, cantar y convivir. Ella misma lo cuenta en el libro que escribió “Mi Silverio Pérez, Faraón y Hombre”. Cuenta que, al regresar de su primera estancia en España deciden casarse. Armillita los acompaña como padrino.
Desde ahí, Pachis y Silverio se convierten en compañeros de por vida. Inseparables compañeros, participaron juntos como dueto en un programa de radio, conducido por el famoso Paco Malgesto. Su relación fue muy cercana, tanto que salieron juntos en los periódicos.
El 31 de enero de 1943, en una de esas tantas corridas que Silverio ofreció en la Arena México, se presentó el musico y poeta Agustín Lara, acompañado de María Félix entre los espectadores. Agustín Lara se sintió tan conmovido con la manera en la que Silverio lidiaba con el toro «Tanguito». Su soltura y sus movimientos hicieron vibrar de emoción a todo el público. Agustín Lara se sumó a levantar su pañuelo y gritar olé al unísono. Poco después le compuso un paso doble y le dedicó un verso.
El pasodoble ha sido interpretado, además, por Ramón Vargas, Javier Solís, Pepe Aguilar, Ana Gabriel e incluso Alejandro Fernández
Silverio y Pachis tuvieron 6 hijos: Silverio, Silvia, Marcelo, José Antonio, Consuelo y Ana Laura. Aun así, su vida tuvo episodios trágicos. Desde la perdida de sus padres, el fallecimiento de su hermano y, en años posteriores, la muerte de su pequeño hijo, José Antonio.
Según cuentan, fue durante un día lluvioso, en el que el chofer de Silverio llevaba a sus dos hijos pequeños en un carro. La lluvia había crecido el riachuelo de Pentecostés, donde hoy existe un puente. El chofer, confiado de pasar sin problemas con el auto, se sumerge para salir del otro lado, pero durante el trayecto, ambos hijos son arrastrados por la corriente. El chofer se apresura a rescatarlos, pero solo alcanza a sacar al mayor. El pequeño José Antonio es encontrado 3 días después.
Silverio se retira del deporte taurino el 1 de marzo de 1953 en la Plaza México. En su última toreada, es recibido con toros mansos y abucheado por el por el mal juego de los toros, entonces sus compadres se encargan de comprar en el momento una res para que Silverio cierre con broche de oro. Al decirle a Silverio que le trajeron un toro, él dice “¿y quién lo va a torear?”.
Los abucheos se transforman en gritos de emoción y pañuelos alzados ante tan conmovedor espectáculo. Fermín Espinosa «Armillita», quien quince años atrás le otorgara la alternativa, en esta ocasión le corta la coleta. Así, el compadre Silverio se retira con la frente en alto y 372 corridas como matador.
Se dice que sus pérdidas cimentaron su personalidad tan humanista, sencilla y sensible, que posteriormente ofrecería no solo a su público a través de las corridas de toros, sino desde el juego de la política.
Ya retirado del ruedo, las ganas de trabajar lo llevaron de regreso a su natal Pentecostés, donde se dio cuenta de las condiciones precarias en las que se encontraba. En su rancho, comenzó la crianza bovina y porcina. Instaló equipo de pasteurización de la leche, para venderse en el Distrito Federal. La gente de los alrededores comenzó a llevarle los sobrantes de su cosecha de leche, para que la pasteurizaran y vendieran. Se dice que el propio Silverio atendía a la gente, demostrando su sencillez.
Gustavo Baz, en ese entonces candidato a gobernador por el Estado de México, le propuso trabajar juntos para reducir el atraso de modernidad de todo el municipio de Texcoco. Silverio, que no tenía la menor intención de participar en la política, se anima, motivado por sus ganas de ayudar a su gente. Toma posesión de la Presidencia Municipal el 1 de Enero de 1958.
La cantidad de obras que sumó a lo largo de sus 3 periodos de mandato es increíble. Financió la reconstrucción del Palacio Municipal ubicado en el centro de la ciudad de Texcoco, realizo la construcción del mercado del centro, el kiosco. La construcción de hospitales y escuelas tampoco fue escueta, el propio Silverio Pérez hijo, cuenta en una entrevista que un día hondearon una bandera que le pareció curiosa en el Palacio Municipal. Al preguntar que significaba, su papá le dijo que representaba que ya todos los pueblos de Texcoco tenían una escuela construida. Los caminos, el agua potable y la electricidad no se hizo esperar.
Él mismo ayudaba en las construcciones con lo que hiciese falta, desde pegar tabiques o ayudar a pavimentar. Nunca cobró su salario, sino que lo usaba para completar los gastos de lo que hiciese falta en las obras. En una ocasión, personas de su pueblo le dijeron que, ahora que estaba en el poder, hiciera obras en Pentecostés. Él se negó rotundamente, diciendo que el progreso iba a ser para todos, y les tocara recibir obras cuando sea lo justo.
Una anécdota que se cuenta mucho es que, en una ocasión, Silverio, Cantinflas y Agustín Lara se juntan en una cena con el jefe de gobierno del Distrito Federal. En la cena, Agustín Lara le pide que ampliase los horarios de funcionamiento de los bares, pues él trabaja en uno. Cantinflas le pide que suba el precio del boleto del cine para poder recuperar la inversión de su última película.
El jefe de gobierno, molesto, les contesta que no va a cumplirles ninguna de las dos peticiones. Voltea a ver a Silverio, “y usted, ¿qué quiere?”, “yo nomas un whiskyto” le responde. Poco después, el amigo que les organizó la cena le cuenta al jefe de gobierno la verdadera petición de Silverio: que le ceda los arbotantes que recientemente cambiaron, para instalar luz eléctrica en su municipio. Sin dudarlo, el jefe de gobierno le hace llegar los arbotantes junto con un camión para recolección de basura.
También aportó para la construcción de un deportivo al que le puso el nombre del gobernador Gustavo Baz, aunque actualmente fue rebautizado para llevar el nombre de Silverio.
Fungió el papel de presidente municipal de Texcoco durante tres ocasiones, y bromeaba con que lo llamarían Silverio Diaz. Es importante decir que, hasta nuestros días, ha sido la única persona con ese logro. Además de sus 3 periodos de mandato, también fue Diputado Federal.
Y vaya que aportó, por ejemplo, el homenaje en honor al Rey Poeta Nezahualcóyotl, en el que se erigió una estatua del Rey de Texcoco instalada en la entrada del municipio. Esta se le comisionó al Maestro Humberto Peraza, escultor famoso de la época. Comentaba que le daba más miedo participar en las diputaciones que torear una res.
No solo financió proyectos desde su posición política, sino que apoyo para la creación, organización y promoción de la Feria del Caballo. En su tiempo, era más un festival enfocado en la fiesta taurina, dedicándole el lienzo charro. Incluso, su nombre se encuentra en el patronato.
Pachis falleció el 14 de noviembre de 2005, después de toda una vida juntos. Poco después le sigue Silverio, exactamente 10 meses después. Según me contó la encargada del museo, después de fallecida Pachis, Silverio la visitaba diariamente en un altar construido para ella en su casa de Pentecostés. En una de esas visitas, Silverio tropezó en el escalón del altar, rompiendo su cadera. Le surgieron complicaciones tras la cirugía de cadera, específicamente una neumonía y una insuficiencia renal.
Desafortunadamente fallece en su casa, el 2 de septiembre de 2006 a las 4:30pm, con 90 años de edad. Fue acompañado en sus últimos momentos por sus hijos: Silverio, Silvia, Marcelo, Consuelo y Ana Laura. Ya que era una persona muy religiosa, recibió los Santos Oleos la noche anterior. Fue incinerado y sus restos ahora descansan junto a los de Pachis y su hermano Armando, en la basílica de Guadalupe.
En mi busqueda de información respecto a Silverio, conocí el museo dedicado a Silverio, el cual se encuentra en su natal Pentecostés. Gran sorpresa me lleve al saber que el museo no solo está en su localidad de nacimiento, sino que es parte de su casa. Su historia es muy curiosa, al principio, esa parte de la casa estaba destinada a la recolección y pasteurización de la leche.
Conforme pasó el tiempo, Silverio y Pachis le convirtieron en cuarto de recuerdos, y fueron construyendo a su alrededor. Así llegaron a 3 salas: la sala dedicada a Pachis, la sala dedicada a Silverio como torero y la sala principal. De lado izquierdo, se encuentran sus recuerdos en la vida política, de lado derecho, su vida de torero y en el medio, sus recuerdos familiares.
En ella, podemos encontrar las paredes llenas de cuadros, conteniendo recortes de periódico, afiches publicitarios y muchas fotografías de la vida de Silverio. Antes que pudiese ver nada, la encargada, que después se presentó como Fátima, me proyectó una película documental, realizada para la conmemoración de los 100 años de Silverio Pérez.
Conducido por Paco Zea, presentaba básicamente toda la información posible acerca de su vida, su trayectoria como torero, sus aportaciones desde la política y su vida personal. El metraje, de unos 45 minutos aproximadamente, es una perfecta introducción para comprender los contenidos del museo y la importancia que tuvo el personaje en el México del siglo pasado.
Viendo la sala principal, cientos de cuadros llenan las paredes, en ellos se puede ver fotos de Silverio con sus contemporáneos del ruedo, como “Armillita” o “Manolete”, fotografías con Agustín Lara y Mario Moreno “Cantinflas”, Lázaro Cárdenas, Adolfo López Mateos, José López Portillo, Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox e incluso el presidente de los Estados Unidos Dwight Eisenhower.
La sala dedicada únicamente a la época de Silverio como torero tiene una cantidad increíble de objetos de la parafernalia taurina, desde los “capotes”, que son las telas rojas con las que torean, las espadas, los trajes de luz con los que se presentaba en el ruedo, las banderillas, que son una suerte de palos con punta de arpón, decorados con papel picado y que se clavan en el morrillo del toro, la puntilla, que es el puñal con que se acaba la vida del toro.
Premios como orejas de toro hechas de hierro, medallas con los símbolos de las casas de ganadería que proporcionaban los toros para las corridas. Más interesante aún, es que tienen ahí la lápida de Armando Pérez, el hermano torero de Silverio, junto a su escritorio. Muchas estatuillas de metal, de Silverio toreando, muchos versos dedicados a su actuación en el ruedo
Además, tienen construida una capilla en la parte de atrás, donde me comenta la encargada que se realizan servicios religiosos familiares, como misas de cualquier tipo.
La última misa en la que se juntaron fue a causa del fallecimiento de Silverio Pérez hijo. Fallece el 20 de abril del 2020, a sus 81 años, en medio de la contingencia sanitaria por COVID-19.
En la sala Pachis se encuentran varios vestidos usados por ella a lo largo de toda su vida, incluso el vestido de novia con el que se casó, y con el que, en su 50 aniversario de bodas, se casaron de nuevo. Al verlo pensé lo increíble que era que ese vestido pareciera nuevo, pero la encargada cree que lo increíble es que le quedara bien 50 años después de casarse. Entre otros vestidos y telas, se asoma un mantel bordado presuntamente por la abuela de Pachis, lo que significa que tiene más de 100 y, tal como el vestido, se ve como nuevo.
¿Cómo se mantiene ahora el legado de Silverio? Con tan solo leer el libro de visitas se nota la poca afluencia de visitantes que tiene el museo. Comprensible dado que estamos pasando por época de pandemia. Sin embargo, la encargada me comenta que, antes de la pandemia, la afluencia de visitantes tampoco era tan distinta.
Cuenta que lo normal es recibir visitas de gente interesada en la tauromaquia, y en menor medida personas interesadas por la cultura. Se emocionó al escuchar que llamaban la puerta. Recibir dos visitantes al mismo tiempo no es algo muy común para ella. El polvo de las estanterías, estatuas y marcos revelan la ausencia de visitantes. Sin embargo, la familia se encarga de solventar los gastos, manteniendo el museo abierto cada fin de semana del año, sin falta.
Lleva 14 años abierto y recibiendo visitantes, tan solo un año después del fallecimiento de Silverio. La señora relata con nostalgia cuando lo conoció, lo amable que le parecía y esas épocas de niña donde pasaba a dejarle la leche sobrante de su ordeño.
El mes pasado, se le concedió un nuevo reconocimiento póstumo a Silverio por su labor en pro del municipio de Texcoco. Sigue siendo una parte importante en la historia de México, por su aportación tan grande al arte taurino, pero también por sus aportaciones desde el ámbito político, propiciando el progreso de Texcoco. Por ello invito a los lectores a conocer más sobre este personaje